Manuel Miguel
Manuel Miguel es originario de Teococuilco de Marcos Pérez, un pueblo zapoteco a más de 1700 metros sobre el nivel del mar enclavado en la sierra madre de Oaxaca. De aquí mismo era el artista plástico Alejandro Santiago, amigo y maestro de Manuel Miguel.
Desde tiempo inmemorial, los pobladores de Teococuilco han vivido en armonía con la tierra. Los panoramas eternos de montañas y los senderos que sortean su caprichosa orografía fueron los primeros e imponentes escenarios que alimentaron la inquisitiva imaginación de Manuel. De niño estudiaba en la escuela local y trabajaba en el campo. Aquellas tardes de largos y solitarios silencios le dieron la oportunidad de garabatear libremente con su vara -que utilizaba para arrear a sus animales- los primeros y efímeros dibujos sobre la suave textura de las veredas lloviznadas. Durante algunos años circularon en su mente los dibujos que había visto y vuelto a mirar con obsesión en un libro del grabador, ilustrador y caricaturista mexicano, José Guadalupe Posada. Esta noble estampa de su vida -como telón de fondo en su memoria- lo definiría para siempre: cuando creciera sería dibujante.
Su trabajo artístico actual es una riquísima extensión de aquella experiencia vital. Aunque su trabajo se ha multiplicado en diversas técnicas (escultura en metal, cerámica, madera; gráfica, óleo, acrílico, diseño gráfico, etc.) sus argumentos siempre abrevan de aquellos paisajes interiores. Con una prolija creatividad pinta como un cronista fantástico su fauna y flora vertiginosas.
A Manuel Miguel siempre le han interesado la historia, la educación y el arte de su pueblo. Su pintura es un homenaje permanente y decisivo a su gente y es también punta de lanza de un trabajo de conciencia y acción social que promueve valores fundamentales. Tal y como dijo un joven paisano de su pueblo “esta pintura nació para recorrer el mundo”.